
Este es un espacio de venta. Perdone que irrumpa de esta forma tan mercantil, pero no quiero que se malinterprete lo que he venido a hacer: venderle. Le pido encarecidamente (no, no es un chiste sobre la inflación) que reflexione y que me escuche atentamente. Quiero que compre un cuadro con una mariposa.
En realidad, quiero que compre una imagen que le recuerde que usted, a diferencia de la mariposa, no puede ver todos los colores que existen.
Quiero que compre esta burla de la vida, la imagen estática, las alas antes delicadas a punto de rasgarse y ahora fuertes y amarillas como un sol de puro fuego que ya no puede hacerle daño. Quiero que compre el movimiento perpetuo de las alas, la historia grabada en ellas, un zigzagueo aparentemente aleatorio pero curvo (lo curvo es siempre azaroso). Quiero que compre el salto de flor en flor, usted insecto quieto.
Compre el vuelo ligero, usted animal de la tierra, que tiene brazos y no alas, sus manos tienen polvo debajo de sus uñas, usted que se baña frenéticamente para sacarse rastros de su día. Compre el recordatorio de que los insectos también tienen corazones, un latido acompasado que usted podría escuchar si apoyara su oreja diminuta en ese pecho desnudo. La historia y la memoria, los cientos de ojos en una sola mariposa (lo único que se lleva la muerte es el brillo), la perspectiva cien veces distinta que compone cada retazo de la punta de un pétalo.
Quiero que compre la idea de que usted también puede ser un futuro cadáver bonito. Compre la vibración guardada en sus antenas, la textura de un sonido como una manta de terciopelo que se arruga lentamente. La vida es larga, aunque sea solo un segundo, y usted no tiene nada que ver con eso, usted no tiene la culpa, animal de inteligencia, de haber inventado el tiempo.
Quiero que compre este diminuto insecto, que se burla desde algún lugar. Él sí atravesó el umbral de la vida y a usted solo le queda el miedo. Este diminuto insecto ha vivido sin alarmas, sin preguntas, y con una sola razón concreta: seguir viviendo. Y ahora lo mira y le pregunta cuál de los dos mundos es el pequeño.
Quiero que compre este adorno, para no tomarse tan en serio la vida. Si al fin y al cabo usted y yo estamos igual de estáticos ante el espanto.
Vaya pues, compre. Aquí le dejo el link.
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Federico de la Riva nació el 5 de noviembre de 1984 en Buenos Aires, pero creció en un pueblo muy chico en La Pampa. Publicó los libros de poesía Diccionario Poético Rural (2017 por la editorial El Ojo del Mármol), Siestario (2019, por Salta el Pez), Maleza (2020, por El Vendedor de Tierra y presentado en el 2022 en el Museo Sívori). Su cuarto libro, La persistencia de las moscas, se publica este año en Salta el Pez.