En los primeros días de noviembre de 2023, el Festival de Cine de Mar del Plata tuvo como eje principal el aniversario de los 40 años de democracia. Pero, a medida que las películas transcurrían, yo detecté otro patrón; un tema recurrente, casi como una obsesión colectiva entre los cineastas. En películas como "Los colonos" de Felipe Gálvez, "Mixtape La Pampa" de Andrés Di Tella, "Adentro mío estoy bailando" de Paloma Schachmann y Leandro Koch, "Lagunas" de Federico Cardone y "El castillo" de Martín Benchimol, encontré algo que incluso se repitió pocos días después con el estreno en salas comerciales de la última película de Martin Scorsese, "Los asesinos de la luna". Todas estas películas giraban, de modos diversos, alrededor de la temática del sometimiento de pueblos originarios.
No se trata de una novedad. La cantidad de películas que trabaja este tema fue aumentando con el correr de las décadas. Se agota, se renueva y se vuelve a agotar, y tiende a ser narrado con solemnidad, con un tono de denuncia explícita. Las fuerzas que se oponen siempre son las mismas: conquistadores y conquistados. Las premisas que se ponen en juego siempre son las mismas: los conquistadores son malos.

Sin embargo, a medida que iba avanzando en mi grilla del festival, encontré otras propuestas. Varias películas habían elegido abordar la representación de los procesos de colonización a través de la ironía, el humor y la ridiculización. Una elección inusual en comparación con los enfoques más tradicionales. De todas esas películas, "Los colonos", ópera prima de Felipe Galvez, se arriesga un poco más que el resto. Estamos a fines del siglo XIX en el territorio de Patagonia chilena. Un mestizo chileno, un militar inglés y un mercenario norteamericano salen en una expedición a caballo para delimitar las tierras que le corresponden, por orden del Estado, a José Menéndez. Este viaje, además de ponerlos a prueba en el contexto adverso de un territorio frío y prácticamente desierto, se transforma en una cacería de pueblos nativos.
Felipe Gálvez se suma a la tendencia de reescribir episodios históricos (en este caso, el genocidio selknam en Tierra del Fuego) y se permite la libertad de utilizar todos los recursos que brinda la ficción. De hecho, la primera herramienta a la que recurre es el uso de un género clásico y prácticamente muerto.
El Western es un género cinematográfico que surge casi con el origen del cine, a principios del siglo XX. En sus inicios, el Western tenía el objetivo de configurar una moralidad centrada en el conflicto entre la naturaleza salvaje y la civilización. En cierto modo, fue un género que estetizó, romantizó y hasta justificó el arrebato de los derechos territoriales a los habitantes originales de la frontera, los nativos norteamericanos.
La elección de un género como el Western en "Los colonos", entonces, no es el capricho de un cineasta que desea homenajear los años dorados del cine. Es una forma de poner en escena la matanza de un pueblo, pero al mismo tiempo exponer al cine como un agente más en esa tarea.
Este gesto, sin embargo, no se confirma sino hasta el final de la película. Al igual que en “Los asesinos de la luna”, la película termina de un modo que obliga a repensar retrospectivamente la trama. En el caso de la película de Scorsese, el final también produce una ruptura del esquema planteado previamente, pero ese giro queda reducido a un mero gesto narrativo. La revelación del verdadero narrador transforma el punto de vista del relato, que se actualiza en el marco de un elaborado estudio de radio-espectáculo. Aunque sorprendente y genial, sigue siendo un gesto que se queda en una posición cómoda, la de la denuncia directa hacia una parte de la historia: los malos son los asesinos, los malos son los opresores, los malos son los otros.
En cambio, en "Los colonos”, Gálvez decide que la cámara sea también gatillo. En una entrevista, afirma: "No tengo mucho que decir sobre la historia, pero sí sobre el cine". Su película podría ser una de las tantas que retrata el sometimiento, la violencia y la desaparición de pueblos nativos, pero su verdadera intención, revelada en la escena final, es hacer una autocrítica sobre el papel del cine en los procesos de colonización.
Así como "La ventana indiscreta" de Hitchcock, con sus planos subjetivos desde una cámara de fotos y la curiosidad del protagonista por las vidas de sus vecinos no es simplemente un policial sino una carta de amor al cine, "Los colonos" trasciende la etiqueta de “típica y predecible tragedia moralizante sobre la conquista de un pueblo del sur del continente americano”. La película de Gálvez es una revisión crítica del género western y una forma de representación que se señala y se cuestiona a sí misma. Sí, también es una película que denuncia, que acusa y señala. Pero en el duelo cara a cara, con las pistolas a punto de gatillar y las miradas de intimidación entre dos contrincantes, Gálvez corre de enfrente al clásico villano y pone, en su lugar, un espejo.
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Egresada de la Universidad del Cine de Buenos Aires. Su documental, "Nuestra Novela Nocturna" (2018) formó parte de la Competencia Internacional del 6º FIDBA y se estrenó en la plataforma Cine.Ar Play. Dirigió varios cortometrajes y fue parte de la selección oficial del 12° Talents Buenos Aires. Trabajó en el área de producción de Polka, Disney Channel y LN+. Es guionista de la película “El olor del pasto recién cortado”, de Celina Murga (producida por Martin Scorsese).
Publicó su cuento "En sepia" en la revista literaria "Ulrica" y "Encuentros cercanos", en la antología "Letras y ciudades", por Azul Francia. También ejerce como docente junto con Rodrigo Moreno ("Los delincuentes") y Juan Villegas ("Las vegas") en la Universidad del Cine de Buenos Aires. Genera contenido en redes sociales como @bibliotacora y el podcast sobre cine y literatura "Inadaptadas".